El origen del Fernet, se remonta a mediados del siglo XIX, y hay varias versiones sobre su verdadero origen; Algunos sostienen que fue creado en Francia, y otros en Checoslovaquia, pero la mayoría nos sitúa en Italia (más precisamente en la provincia de Lombardia). Hay quienes dicen que fue creado por un boticario extranjero, aparentemente austríaco, de apellido Fernet. Otros prefieren y sostienen la historia contada por una de las empresas más antiguas en la elaboración de esta bebida: Fratelli Branca, quien le atribuye la invención al farmacéutico Bernardino Branca en 1836, quien en 1845 creó precisamente dicha compañía, para su comercialización.
Por otra parte, hay otra versión en la que fernet, en realidad, deriva de una voz lombarda que hace alusión a la plancha de hierro al rojo vivo que se utilizaba en la elaboración de la bebida. «Fer» es hierro, «net» es limpio. En este relato estamos en el año 1815, unos 30 años antes de la fundación de Fratelli Branca, y el negocio lo habría hecho un tal Ausano Ramazzotti, un distribuidor de bebidas freelance, que recreó o mejoró la fórmula original con algunos ingredientes extra, incluyendo la cáscara de la rara variedad de naranja de la isla de Curaçao con la que se hace el trago azul del mismo nombre.
Esta bebida fue llevada a la Argentina por los inmigrantes italianos, que la consumían tanto con fin medicinal como digestivo.
Existe un texto que documenta los orígenes de la bebida. Fue publicado en 1902 por la editorial La Verdad y se llama «Historia del fernet». Es inhallable, y sabemos de su existencia por el registro que hizo Facundo Di Génova en su excelente libro El barman científico (Siglo XXI, 2008). «El fernet -dice Di Génova- fue la bebida que más me costó rastrear. Durante mucho tiempo, busqué inútilmente en sótanos, bibliotecas y desvanes.»
En 1941, Branca abrió su primera y única planta productora fuera de Italia, una construcción robusta de ladrillos en el corazón de
Parque Patricios (barrio de Buenos Aires), con lo que, fácilmente se puede inferir que ya para esa época el mercado del fernet en la Argentina era considerable. A partir de entonces, el amargo tendrá 40 años de vida silenciosa, expandiéndose a lo largo y ancho del país. Fue recién a mediados de la década del 80, en la posapertura democrática, que nacería y se popularizaría en su mejor versión: mezclado con bebida cola.
El fernet hoy es muy popular en Argentina: Según la «Cámara Argentina de Destiladores Licoristas» en 2007 se produjeron en el país 20.581.573 de litros de “amargos, bitter y fernet”, correspondiendo más del 90% al fernet. De esta producción se consumió aproximadamente el 30% en la provincia de Córdoba, convirtiéndose esta provincia en el mayor consumidor mundial de esta bebida. Allí normalmente se sirve con gaseosa sabor a cola, siendo casi la única forma en que se toma.
A partir de 2001, la producción y comercialización del fernet vivió transformaciones intensas hasta afianzarse como uno de los fenómenos más llamativos en toda la región. Sólo en Buenos Aires, la venta de la bebida creció en un 115 por ciento entre el primer año del nuevo milenio y 2008, y llegó incluso a disputarle a Córdoba el primer lugar en el ranking de ciudades argentinas más ferneteras, con un 35 por ciento del consumo total, aunque distribuido entre más habitantes.
Durante los últimos años, de hecho, el fernet se puso muy de moda en algunas de las grandes urbes del mundo civilizado. Mientras que en Italia sigue consumiéndose de la manera tradicional, es decir, en pequeñas dosis, como aperitivo antes de las comidas o con el café, otras ciudades importantes, como Berlín o Nueva York, por ejemplo, ya ostentan un incipiente pero creciente consumo. Sin embargo, el centro neurálgico del consumo de fernet está en San Francisco, California, que se atribuye el derecho de ser nombrada en los folletos turísticos como la segunda ciudad del mundo, detrás de Córdoba, con mayor consumo del aperitivo per cápita.
Un claro ejemplo (entre tantos) en el que se demuestra su expansión hacia el mundo es; El fernet Branca es el tema de una rutina cómica de Bill Cosby con el mismo nombre, del álbum Fat Albert, en el que describe sus propias experiencias con la bebida.
Es extremadamente popular entre la juventud e infaltable en las fiestas (preferentemente se lo puede encontrar en los bailes, bares, discotecas).